Yo era una chica normal, con una vida normal, con gustos normales… y entre ellos: Japón… ¡Lo normal!... Pero hete aquí que un día normal se cruzó ante mis ojos un papel corriente con un contenido no tan corriente. Descubrí así el concurso de ensayo del Gobierno Japonés cuyo premio era un ¡Pedazo de viaje a Japón! y eso no es para nada ni corriente ni normal. Desde aquel momento empecé a darle vueltas al asunto: ¿Cómo iba a escribir algo que les gustara? ¿Sería capaz? ¿No?... ¿Pero perder una oportunidad así, quizás única? ¡Nooooooooooo! Al menos lo intentaría…
Y hete aquí que un día descorrí la cortina de una ventana y la Torre de Tokio irrumpió a saco en mi habitación de hotel, en mi vida y en mi corazón. Fue un flechazo, cómo si no se explica esa ansiedad, esa desazón por querer verlo todo, probarlo todo, fotografiarlo todo ¡hasta a las baldosas les haces foto!... Comprendes entonces ese tópico típico, ese dúo inseparable Japonés/a-Cámara fotográfica, ¡pero si es que allí haces exactamente lo mismo! El dedo índice de tu mano cobra vida independiente y aprieta el botón de tu cámara sin parar. Las ciudades, los edificios, las calles, los coches... son iguales; parecen iguales, pero son distintos. Y es que no hay palabras, haría falta crear nuevas para poder expresar lo que allí experimentan todos tus sentidos por vez primera. Su cultura, su singularidad, su belleza resultan una mezcla hechizante. Claro que luego están "esos" momentos tales como intentar comer un cuenco de tallarines haciendo el sonido adecuado al sorber; Degustar una taza de te verde hecho con tus propias manos; Vestirte con un Yukata para luego descubrir que lo has cerrado superponiendo los lados al revés que los vivos…; Decidir quién va a ser portavoz en una conferencia en la universidad jugando al "piedra-papel-tijera"; Obtener una imagen perfecta del Fuji-San mientras viajas a más de 300 Km/hora en el tren-bala; Ser incapaz de articular palabra alguna tras visitar el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima; Atravesar el famoso cruce de peatones triangular de Shibuya en medio de una marea humana; Chicas-gato saludándote con un maullido; Sorprenderte a ti misma dando las gracias con una reverencia un año después…
Un año después ya lo normal es tener algo, hacer algo, decir algo que inconscientemente te recuerda a Japón. Una cita de Leonardo da Vinci podría ser aplicada para llegar a describir en cierta forma esa fascinación: "Porque una vez hayas probado el vuelo, caminarás sobre la tierra con los ojos alzados hacia el cielo; ya que allí has estado y allí ansías volver".
Ana Isabel Goepner Meléndez
Al leer la cita de Leonardo da Vinci me he quedado sin palabras. Que me gustaría poder sentir lo que esta chica sintió en aquel momento al abrir la ventana de su hotel... cada día me impaciento más por ir allí y no volver jamás...
¡Un saludo!
6 comentarios:
Tengo que decir que me ha encantado, a mi tambien me gustaría sentir lo mismo que ella
Ojala que pronto lo sintamos ^^.
Soy Laura.
Lo de la cita... que gran verdad... yo he vuelto hace poco mas de 2 meses y es como que todo lo que ves oyes y demas te recuerdaa algo del viaje e inconscientemente dice... "Pues en Japon...."
Estoy deseando poder volver... aquello fue... unico.
Si quieres otro dia te hago una lista de curiosidades que vivimos mi amiga y yo en primera persona XD, que vas a artarte de reir.
me encantaría Elfe!! hazla plis!! jajaja
¡Hola! Ana Isabel me ha hablado de esta entrada de blog que encontró gracias a su nombre, y ella, que es muy modesta, se sorprendía de que tantos años después siga dando coletazos su escrito sobre aquel viaje a Japón, cuando todo el mundo sabe que ella escribe muy bien.
Yo he vivido en Japón un año, y qué puedo decir... no sabía nada de ese país antes de ir, y volví... enamorada... en todos los sentidos.
Espero que se hagan realidad vuestros sueños.
Pues si la conoces dile de mi parte que hizo que se me saltarán las lágrimas porque realmente me encanto su ensayo. Muchas gracias por visitar mi blog y yo también espero que se hagan realidad mis sueños y pronto jajaja. ^^
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